Dame un poco de tu fe, de tu palabra, de tu aliento.
Entrégame algo más de vida a la luz de tu ser.
No dejes de acariciarme con tus besos,
legado imborrable que prendes en todo el cuerpo y alma.
Piérdete y encuentrate en mi, cuando quieras,
porque sencillamente te pertenezco.
(m. bueno)
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