CARTA
REFLEXIVA DE FIN DE SEMESTRE.
A ustedes, mis
estimad@s estudiantes…
Estamos culminando un periodo académico más. Dios y la Universidad me dieron el chance y privilegio de ser su profesora de Matemática I. En principio me encontré con un grupo de estudiantes
maravilloso, con ganas de aprender y a la expectativa de lo que les deparaba
esta nueva experiencia educativa.
Particularmente considero que las expectativas iniciales (tanto
del curso como las mías) han sido plenamente satisfechas, ya que organizamos
entre tod@s un espacio de estudio abierto para compartir dudas, inquietudes y criterios, con libertad para discrepar y
presentar distintos enfoques en el desarrollo de ejercicios. Debatir en clase
sobre procedimientos matemáticos fue sumamente interesante, ya que esto
conllevo a un ambiente académico donde aprendimos en conjunto, recreando una
relación de socios de aprendizaje, más que de docente a estudiante, aperturando
una forma proactiva de interrelacionarnos entre nosotros y con la materia. Tuvimos
la oportunidad de aprender de distintas fuentes de saber, desde la académica
(representada por un docente presencial –mi persona– y por los profesores
virtuales que explicaban en los vídeos publicados en el blog de la materia) y
por fuentes no tan protocolares (como la personificada por los dicentes que
conformaban la sección en cuestión y por otros estudiantes fuera del aula de
clase, que hacían sus explicaciones por you tube). Esta diversidad nos abrió el
panorama hacia distintas metodologías o nos confirmaban los caminos más cortos
o más fáciles para ejecutar los desarrollos numéricos.
La dinámica de aprendizaje, basado en un feedback
efectivo entre docente-dicente y entre dicente-dicente, además de reportar un
desarrollo intelectual y cognitivo a cada uno, nos permitió crecer como
personas, al compartir nuestros conocimientos sin egoísmos, reconociendo la
importancia de la participación de tod@s y del trabajo en equipo en la
resolución de problemas, siendo estas actitudes positivas trasferibles a
cualquier entorno donde convivamos.
El acompañarlos durante este proceso de aprendizaje fue vivencia
realmente enriquecedora para mí, porque me permitió disfrutar de distintas
formas de ser y hacer, lo que me hace reflexionar y madurar tanto personal como
profesionalmente. Espero que para Ustedes también haya sido gratificante este
tiempo que compartimos y aprendimos juntos.
Para finalizar, con
Ustedes viví nuevamente lo
extraordinario de ser docente, y en agradecimiento como regalo les dejo una sencilla bendición irlandesa:
“Que el camino venga a tu encuentro,
que el viento sople a tu favor y,
hasta que volvamos a vernos
Dios te sostenga con la palma de su mano”.
Todas las bendiciones del mundo para Ustedes, con aprecio,
Minerva Bueno.
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